El 16 de enero de 2012 nacía Buravia, un proyecto personal en el que me embarqué movido por una
incertidumbre que a día de hoy se ha clarificado algo pero sigue sin resolverse
del todo.
Mi reflexión de partida
era la siguiente:
“Será por modestia, por
resignación, por pragmatismo o por ansia de notoriedad, pero de lo que no me
cabe duda es de que, de ahora en adelante, el número potencial de libros
(seguimos llamando libro, de momento, a lo
que tenemos en las estanterías de casa con el lomo a la vista y una cresta de
polvo por peluquín), es decir, de obras impresas que uno puede proyectar para
el futuro, se va a ver necesariamente reducido. Esta circunstancia, que afecta
en mayor o menor medida a todos los géneros, se nota de manera especial en el
relato o la narrativa breve. Así pues, y aunque tal vez sea una conclusión
apresurada, diría que buena parte del futuro de los libros de relatos está
aquí, en internet. Más aún: el destino de tales libros es convertirse en otra
cosa, en bitácoras, en páginas web, en archivos PDF o ePub, en una variante
virtual del soporte físico tradicional, en definitiva”.
Por ello decidí crear un lugar para mis nuevas piezas breves de ficción literaria, una república virtual independiente de éste, mi otro blog, en la cual dichos relatos pasaran a ser ciudadanos “sin papeles”.
Para dotar de mayor dimensión al nuevo proyecto, organicé un evento en la difunta librería Excellence de Barcelona, al que llamamos “Vivir del cuento en el siglo XXI”. Allí nos juntamos cuatro amigos y colegas —aparte de un servidor, participaron Carmen Lafay, Juan Pablo Fuentes y Franco Chiaravalloti— para hablar sobre el género de la narrativa breve y sus innumerables versiones y recipientes. Además de presentar Buravia en sociedad, explicamos las diferencias entre el libro impreso y el ebook, hablamos de las ventajas de tener un blog o una web personal para dar a conocer el trabajo de un escritor, hubo narración oral de cuentos y sorteamos un ejemplar de En3lazados.
Así arrancaba una aventura
literaria a la que yo me empeñé en bautizar con términos como “libro on line”,
“libro virtual por entregas”, “libroblog” y similares. Mi intención era
remarcar el hecho de que la única diferencia entre un internauta y un lector es
que cada palabra se escribe de manera distinta. Es decir, un blog que se
abastece exclusivamente de cuentos es idéntico a un libro editado en cuyas
páginas se han impreso esos mismos cuentos.
Aunque estoy más que satisfecho con la acogida y el seguimiento que ha
tenido Buravia, creo que este último
objetivo no se ha cumplido. Ahora estoy casi del todo convencido de que el
público considera que los blogs y los ebooks son categorías independientes, e
imagino que la actitud a la hora de leer unos u otros habrá de ser, por tanto,
también diferente.Por ello decidí crear un lugar para mis nuevas piezas breves de ficción literaria, una república virtual independiente de éste, mi otro blog, en la cual dichos relatos pasaran a ser ciudadanos “sin papeles”.
Para dotar de mayor dimensión al nuevo proyecto, organicé un evento en la difunta librería Excellence de Barcelona, al que llamamos “Vivir del cuento en el siglo XXI”. Allí nos juntamos cuatro amigos y colegas —aparte de un servidor, participaron Carmen Lafay, Juan Pablo Fuentes y Franco Chiaravalloti— para hablar sobre el género de la narrativa breve y sus innumerables versiones y recipientes. Además de presentar Buravia en sociedad, explicamos las diferencias entre el libro impreso y el ebook, hablamos de las ventajas de tener un blog o una web personal para dar a conocer el trabajo de un escritor, hubo narración oral de cuentos y sorteamos un ejemplar de En3lazados.
Así pues, llegados a la
meritoria y siempre simbólica cifra de 100,
creo que toca celebrar el fin de fiesta y empezar a pensar en otros embolados
narrativos de cara al futuro. Eso sí, aunque mi intención de consolidar la
expresión libroblog no haya cuajado,
me permito recordar a la ciberaudiencia que Buravia no es un blog ligado a la actualidad, y que, por tanto, la
primera entrada publicada hace dos años y medio es tan vigente y disfrutable
como la última que ha visto la luz esta misma semana. O sea que, de momento, Buravia no va a desparecer del espacio
internauta. Lo tendréis siempre ahí, a vuestra disposición. Me da igual ya si
lo consideráis o no un libro (pensad, de todas formas, cuántas antologías con
un centenar de relatos tenéis en vuestra biblioteca; seguro que no son tantas);
tan sólo recordad que existe y que no caduca (esto último, en todo caso, lo
decidirán mi pudor o mi vergüenza llegado el momento).
Gracias por haber visitado
Buravia durante estos más de 30
meses. Nos seguimos viendo por aquí o por allá.
P.D. El título
de esta entrada, con permiso de Paco León.
5 comentarios:
Yo no quiero que acabe...:(
Larga vida a Buravia y a los nuevos embolados en los que te vayas a meter...
¡Abrazos!
Como se suele decir, el fin de algo es el principio de otra cosa..., y que te quiten lo bailao.
En cualquier caso hay alguno que dice que es mejor sentir que pensar, concretamente a partir del jueves por aquello del baile y tal (tenemos disco nuevo en la oficina) :-p
Gracias macus. Buravia se jubila, pero lo de vivir del cuento va para largo...
oooh! una pena.....,però ho entenc, s'acaben períodes.....
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